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domingo, 9 de abril de 2023

Fundamentos para un orden moral sustentable

Fundamentos para un orden moral sustentable

Juan Abugattas

1. El sueño moderno y sus bases éticas

Un enjuiciamiento del contenido moral de un proyecto civilizatorio, que pretenda ser más que un comentario al paso, requiere, en primer término una visión integral de los objetivos del proyecto y, en segundo lugar, una identificación precisa de las hipótesis sobre las motivaciones esenciales de los sujetos y grupos que deben realizarlo. Aunque por los alcances de esta ponencia, necesariamente breve, no es posible un desarrollo exhaustivo de ninguno de esos temas, trataré, sin embargo, que su estructura responda a esas necesidades para formular, al final, algunas sugerencias sobre las alternativas morales que aparentemente se nos ofrecen en las presentes circunstancias históricas a quienes vivimos en zonas no favorecidas del planeta, es decir, en lugares donde el proyecto moderno no se ha mostrado a la altura de las expectativas generadas.

martes, 6 de septiembre de 2011

Pensamiento Libre

LOS FABRICANTES DE DIOS 

Juan Abugattas 

La cuestión de Dios ha sido siempre, en su formulación más interesante y provocadora, la cuestión del sentido de la existencia de la especie. Y es en esos términos que parece pertinente replantearla ahora, más de un siglo después que Nietzsche lo proclamara definitivamente muerto. El propio autor de Gaya Ciencia reconocía que durante miles de años la “sombra” de Dios seguiría apareciendo en algunas remotas cavernas(1). Su error de visión, comprobable por doquier, es que, lejos de debilitarse, la demanda de sentido se ha extendido con inusitada fuerza y se reconoce, disfrazada de múltiples maneras, en el ánimo de la inmensa mayoría de las personas con capacidad de reflexión. Tal demanda de sentido no es, por cierto, incompatible con el pleno reconocimiento que reclamaba Nietzsche de que los hombres somos naturales y parte de una “naturaleza pura, descubierta y emancipada”. Ni es incompatible tampoco con la convicción que el estado normal de la naturaleza es la ausencia de “orden, de estructura, de forma, de bondad, de sabiduría y demás estetismo humanos”. Lo que sucede es que la muerte de Dios, seguida del desvanecimiento de la confianza ciega en el “progreso” y en la infalibilidad de la ciencia, ha generado lo que Castoriadis ha denominada aptamente “un ascenso de la insignificancia”(2), pero de una sensación de insignificancia no solamente relativa al valor de la sociedad, sino de la existencia misma de la especie.